Vive en un bonito lugar al otro lado del mar, nunca se cansó de esperar que alguien le fuera a buscar.
Cada mañana en su ventana pone una flor y una escalera de cuerda que espera que suba su amor.
Su tierna mirada se pierde en la nada. Suspira profundo minuto a minuto.
Cuentan los viejos del lugar que lleva veinte años así, que al cumplir los treinta y dos su sonrisa cambió.
No sabe aquel nombre que el viento y la lluvia lograron borrar,
sola en su casa oyendo el «tic-tac» de las horas pasar.
Sola, sola en su casa está, sola en su corazón; siempre sola, marchita como su flor, sola ella y su viejo reloj.
Sola... En un bonito lugar
Sola... Su tierna mirada se pierde en la nada
Sola... Su sonrisa cambió, ¡oh no!
Sola... Hasta que llegue el final.