Salió a pasear temprano como todos los días.
Llovía bastante, pero le daba igual.
El agua se seca, no las heridas.
Heridas profundas difíciles de borrar.
Se detuvo a ver el mar, inmenso
como su corazón, roto de dolor.
Y pensó en nadar hasta llegar al horizonte,
pero sabía que jamás llegaría.
Que lo que quedaba de ella en él
se perdería por siempre en el azul
y no quería perderla todavía.
Quería conservarla para siempre.
Fue buena idea seguir viviendo.
Fue buena idea seguir queriendo.
Fue buena idea gritar al viento.
Fue buena idea llevarla dentro.